‘Marcelino Pan y Vino’, el milagro del cine español que no fue tal en Albacete

13.04.2022

La película de Pablito Calvo estuvo sólo una semana en cartelera en el Teatro Circo, en junio de 1955, a pesar del rotundo éxito cosechado en medio mundo


La crítica local dijo del protagonista, que fue seleccionado tras un 'casting' convocado en la prensa, que era "el mejor actor infantil que hemos visto"


"El cine español acaba de apuntarse en su haber uno de los éxitos más rotundos de su historia". Con esta afirmación iniciaba La Voz de Albacete la crítica dedicada a la película que se denominó como "el milagro del cine español". Nos referimos a Marcelino Pan y Vino, una cinta protagonizada por Pablito Calvo, "a quien consideramos como el mejor actor infantil que hemos visto", apuntaba el rotativo.

Estamos en junio de 1955, a las puertas del estío. Y en Albacete, con nuestra particular idiosincrasia, nos preparábamos para ver en la pantalla del Teatro Circo, regentado entonces por Luis Martínez Sánchez, junto con el Cinema Astoria, esta cinta dirigida por el cineasta húngaro asentado en España Ladislao Vadja, y que convirtió en un fenómeno casi sin precedentes a su protagonista.

No fue fácil localizar al niño prodigio que iba a obrar este milagro cinematográfico. En la prensa madrileña, meses antes de iniciarse el rodaje de esta cinta en diversas localizaciones de Castilla y León, se publicaban anuncios a la busca y captura de talentos infantiles que dieran el tipo para meterse en la piel de Marcelino, el personaje ideado por José María Sánchez Silva en su novela homónima de 1952, y que cuenta la historia de un niño recogido por unos frailes franciscanos. Un día, mientras está orando ante un crucificado, la imagen toma vida y comienza a comunicarse con Marcelino.

"El cine busca un niño"

Escena mítica de 'Marcelino Pan y Vino'.

En agosto de 1954, periódicos como la Hoja del Lunes de Madrid, insertaron un anuncio que señalaba: "El cine busca un niño", apuntando que el objetivo era localizar al intérprete de Marcelino Pan y Vino, de Producciones Chamartín. El menor debía tener "de cinco a seis años de edad".

Tras el oportuno 'casting', los productores dieron con Pablito Calvo -que falleció en tierras alicantinas en 2000 con 51 años de edad- y rodaron una película que se convirtió en un fenómeno en la taquilla y muy reconocida por la crítica de la época. Además, logró numerosos premios nacionales e internacionales, como el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín de 1955; el Festival Internacional de Cine de Cannes concedió una mención especial a Pablito Calvo, y el Sindicato Nacional del Espectáculo le otorgó un reconocimiento a la cinta, que contaba con un reparto coral completado por artistas como Rafael Rivelles, Antonio Vico, Juan Calvo, Fernando Rey, José Nieto, José Marco Davó y Juanjo Menéndez. "Nuestro aplauso más sincero a todos cuantos han intervenido en esta película que honra al cine español y le hacen acreedor a mejores destinos", subrayaba la crítica de La Voz de Albacete.

En España, se estrenó el 24 de febrero de 1955 en el madrileño Cine Colisevm, en cuya cartelera estuvo durante meses. Su recorrido fue internacional, y hasta llegó a las pantallas japonesas.

En Albacete, su presentación llegó el lunes, 20 de junio de ese año tras una intensa campaña publicitaria, y se presentaba como un "magno acontecimiento", apenas tres días después de la première mundial en el Cinema Gran Hotel de Historias de la Radio, de José Luis Sáenz de Heredia, que acompañó ese 16 de junio de 1955 a los organizadores del acto, el Cine Club Albacete.

En aquellos momentos competía en la cartelera local como Los hermanos Barbarroja, con Maureen O'Hara, y Los crímenes del castillo, con Jean-Pierre Aumont, en el Capitol; con Un hombre acusa, con William Holden, y Yo confieso, de Alfred Hitchcock, en el Gran Hotel, y con Apache, de Robert Aldrich, y El monstruo de tiempos remotos, de Eugène Lourié, en el Cinema Astoria.

Clásico de Semana Santa a las puertas del verano

Con el paso del tiempo, esta película se ha convertido en uno de los clásicos del cine religioso, más propio de tiempo semanasantero. Pero en Albacete se presentó cuando el verano llamaba a la puerta y el termómetro rozaba los 30 grados centígrados. Quizá esa fue una de las claves de tan escaso recorrido comercial en su presentación en la ciudad. Las piscinas habían abierto sus puertas, y las soleras ya estaban dispuestas para boleras y bailes, diversiones para intercalar con paseos, cine y radio, cuando los albacetenses escuchaban desde programas como Silbando al trabajar; la radionovela La ley del amor, de Sautier Casaseca; El molino de papel de Sánchez de la Rosa; el rosario desde la Catedral; las Crónicas inesperadas de Ramón Bello Bañón, y La última melodía, de Elías Ros, todo ello en Radio Albacete salpimentado con el diario hablado de Radio Nacional de España.

Marcelino Pan y Vino estuvo en cartelera hasta el lunes, 27 de junio, poco más de una semana. El milagro del cine español no fue tal en Albacete. El 28 de junio, el Teatro Circo anunciaba el estreno del No-Do "con la actuación de Pedrés y Chicuelo" en Las Ventas de Madrid y la película Genoveva, dirigida por Henry Cornelius, con Dinah Sheridan, John Gregson, Kay Kendall, Kenneth More y Geoffrey Keen, entre otros y otras intérpretes.

Pero esos días sí hubo un milagro en la ciudad, y que además su protagonista tuvo Premio Ondas. El sábado, 25 de junio. En los estudios, entonces, de Radio Albacete, en el Pasaje Lodares, se disponía a cerrar la emisión Jesús Cuevas, subdirector de una emisora familiar fundada en 1934 como EAJ-44, y en la que se involucró todo el clan, incluida la matriarca, doña Lola, y sus hijos, Antonio, el primogénito y director, José Luis, Jesús y Augusto. Jesús Cuevas fue apuñalado por un desequilibrado que se presentó en la emisora. Y tal fue la profesionalidad y el respeto guardado por el subdirector al parte de Radio Nacional de España que, hasta que no concluyó su emisión en la programación nocturna no buscó auxilio, salvando la vida.

De Marcelino Pan y Vino se han hecho otras versiones, como la hispano-italiana de 1991, o la animada de 2001. Pero ninguna dejó el poso en el espíritu de los espectadores como la de 1954.

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