Teatro y cine, los episodios desconocidos de Margarita Ruiz de Lihory
En los felices años 20, la marquesa de Villasante se convirtió en noticia por la creación de una compañía teatral para representar su propia vida
Presentándose como baronesa de Alcahalí, no ocultaba su sueño de conocer Hollywood y hasta se informó de que había rodado películas, cobrando 10.000 dólares
Esta etapa de su extravagante biografía es anterior a los luctuosos sucesos que la convirtieron en protagonista de las crónicas de sucesos por el 'Caso de la mano cortada'

Fiesta en honor de Margarita Ruiz de Lihory -segunda por la derecha- tras licenciarse en Derecho. / MUNDO GRÁFICO
Su biografía es la de una entre mil mujeres, un compendio de lujo, excesos, riesgos, arte, literatura, interpretación, relaciones, personalidad e historias delirantes. Margarita Ruiz de Lihory, conocida indistintamente como marquesa de Villasante o baronesa de Alcahalí -según la etapa de su vida o su país de residencia-, fue un torbellino de exageración, mentiras y hechos relevantes que la catapultó desde la cuna aristocrática hasta el epicentro de uno de los escándalos más macabros del siglo XX en España.
Nacida en Valencia en 1889 en el seno de un alto linaje -era hija de José María Ruiz de Lihory y Pardines, barón de Alcahalí y San Juan de Mosquera, y de Soledad Resino de la Bastida, marquesa de Villasante y condesa de Val del Águila-, y fallecida en Albacete en 1968, su larga existencia fue un lienzo en blanco que ella pintó, reescribió y distorsionó con una audacia sin igual.
Dotada de una capacidad innata para la oratoria y una persuasión hipnótica, esta mujer de la alta sociedad utilizó su linaje no solo como puerta de entrada, sino como telón de fondo para colorear una biografía increíble y digna de una serie de gran presupuesto. Fiel admiradora de su padre, llegó a licenciarse en Derecho y a estudiar dos cursos de Medicina, algo totalmente inusual para una mujer de su clase y época.

Entrevistando al ex sultán de Marruecos, Muley Haffid. / LA UNIÓN ILUSTRADA
Con la misma facilidad con la que se cambiaba de vestido, se presentaba ante el mundo como pintora bajo diferentes nombres artísticos -Teodora Álvarez y Mary Doe, según el investigador Fernando Alcolea-, espía internacional, intrépida corresponsal de guerra, prolífica escritora, conferenciante feminista o glamurosa actriz.
Tras abandonar a su primer marido, el noble Ricardo Shelly Correa, y a sus cuatro hijos, inició una vida itinerante que la llevó, según se dice, a conocer a figuras como Francisco Franco; se le atribuyeron amantes como Miguel Primo de Rivera y Henry Ford.
Pero la realidad nunca fue suficiente para Margarita, y su vida, una constante puesta en escena, la consagró como una de las mujeres que más interés generó a lo largo de su trayectoria. Su épica concluyó con el infame Caso de la mano cortada en los años 50, un suceso que la llevó al psiquiátrico de Carabanchel junto a su segundo marido, Josep María Bassols, tras ser acusada de seccionar la mano a su hija Margot al morir, entre otras truculentas acciones propias del true crime más actual, con extraterrestres como invitados.
Su vocación por el teatro, en la década de entreguerras
Uno de los episodios más desconocidos de la aristócrata fue su faceta como actriz. O al menos, así se presentó en los tabloides de los felices años veinte. Y no solo en una ocasión; son numerosas las publicaciones que hablan de ello en su etapa americana. Su pasión por la interpretación arranca a principios de la década de entreguerras. Fue entonces cuando comenzó a anunciarlo a los cuatro vientos. De hecho, en el verano de 1923 confesaba su objetivo de visitar Los Ángeles y ese gran plató cinematográfico que era Hollywood, y así lo hizo en una entrevista publicada en El Mundo, diario vespertino de México Distrito Federal, firmada por Gastón Roger, en la que describía a la perfección su forma de vida en la capital mexicana.


Otras dos imágenes de quien se presentaba con diversos títulos.
Allí, sus baúles ocupaban un departamento entero del Hotel Regis. Y afirmaba que a México la había llevado "nada y mucho". Ante la disyuntiva de visitar Rusia o América mientras vivía en Valencia, lo tuvo claro: "América era el eterno paisaje tropical con misterios impenetrables, con sensualidades absorbentes". La familia protestó espantada: "¡Rusia nunca! Rusia era el bolchevismo, era el desorden, era el crimen, era la sangre. América pudiera ser".
Entonces, relataba el reportaje, un empresario argentino, en concreto, de Buenos Aires, descubrió el anhelo de la baronesa y le formuló una cuantiosa oferta: 4.000 dólares por conferencia. Le propuso cinco charlas, cuestión de dos o tres semanas. La baronesa acogió la oferta sin dudarlo, y según la crónica periodística, firmaron los contratos. Y la gira, visto lo visto, se amplió. El artículo apuntaba que los parientes de la baronesa pusieron el grito en el cielo: "¡Mon Dieu, contratarse la baronesa!".
En esa entrevista, el periodista -que no ahorraba adjetivos- le planteó a la baronesa: "¿No hay nada más que eso en la tournée?", pregunta que ella no eludió, reconociendo su sueño de visitar Los Ángeles: "¡Debe ser muy linda la tierra de las estrellas del cine! Y si no muy linda, debe ser siempre muy interesante".
¡Debe ser muy linda la tierra de las estrellas del cine! Y si no muy linda, debe ser siempre muy interesante
Año y medio después, en diciembre de 1924, El Demócrata, otro diario mexicano, adelantaba que Margarita Ruiz de Lihory había decidido dedicarse al teatro y que el debú lo haría en el Virginia Fábregas de la capital azteca. "Seguramente que ha meditado mucho en su resolución, que no es muy fácil. Es difícil variar el cauce de una vida cuando se han pasado los años mozos, los años en los que la ductilidad cerebral se ha perdido, las adaptaciones no se consiguen tan sencillamente como se piensa en ellas. Y decimos que es seguro que la baronesa ha pensado en todo esto por tratarse de una mujer de amplia preparación intelectual que conoce y gusta del arte, que ha demostrado su talento y su discreción", escribía el periodista que firmaba como Gil Tor, quien añadía que "si así es, la baronesa de Alcahalí triunfará y nosotros festejaremos ese triunfo, ya que vendrá a demostrar una vez más que el talento y la perseverancia triunfan siempre".


Dos imágenes de la aristócrata, siempre con una imagen de lujo y glamour.
El periodista visitó a Margarita en su hotel, y esta le expuso "con palabra fácil y desenvuelta sus proyectos y no podemos menos que creerlos factibles y más aun fáciles de realización", en especial porque, según el reportaje, la aristócrata "no tiene infundadas y ridículas pretensiones de gran actriz desde antes de haber pisado el escenario".
En el artículo se daba además por hecho que la actriz iba a triunfar en su nueva faceta porque reunía las condiciones para ello: temperamento nervioso y emotivo, figura esbelta y agradable, voz melódica y buen gusto. "¡Cuántas actrices que han consumido sus vidas sobre los escenarios quisieran contar con estas buenas dotes de verdadera artista teatral!", espetaba el reportero.
Potenciar su tarea de escritora de comedias
No obstante, la baronesa no quería hacer del teatro "una carrera", puesto que su propósito se limitaba a estudiar el movimiento escénico para, en el caso de no tener temperamento para actriz, poder reunir las condiciones necesarias que le permitieran intensificar, "ya con mayores conocimientos, su tarea de escritora de comedias", de las que ya tenía escritas varias y que aspiraba, con las adaptaciones pertinentes, a llevarlas a la escena.
Para ello sumó a su proyecto a una reconocida profesional, Antonia -Antoñita- Arévalo, la "inteligente actriz española que hace algunos años actuó como primera figura en la compañía de Paco Fuentes, en el Teatro Arbeu -en la capital mexicana-, escuchando desde entonces hasta la fecha, incontables aplausos y múltiples y merecidos elogios". Antonia Arévalo atesoraba una exitosa carrera teatral en España y en diversos países latinoamericanos, incluidos Venezuela y Cuba, y rodó numerosas películas, como Doña Francisquita, Rosario la cortijera, La malquerida o Su noche de bodas.
El periodista concluía adelantando los sinsabores que en su propósito tendría la novel actriz, junto con las dificultades a las que se enfrentaría en su camino, pero que superaría "por su talento y su energía".


Esta noticia asegura que la aristócrata cobró 10.000 películas por una película. Reconoció su deseo de conocer Los Ángeles por ser sede de las estrellas del celuloide.
Unos días después, a principios de 1925, la prensa de México seguía divulgando los propósitos de la aristócrata, noticias que se replicaron en la prensa española, como sucedió con los diarios Libertad, el 10 de enero, o El Imparcial, el 14 de enero. Estos rotativos reiteraban que Margarita, presentada en este caso como baronesa de Alcahalí, tenía previsto dedicarse al teatro para representar sus propias obras.
Las pretensiones de la aristócrata respondían a su "viejo amor al teatro", aunque con "vacilaciones de entregarse de lleno a él". Pero ya se había decidido a recorrer esta "espinosa senda", eso sí, con el reconocimiento de su valía por parte de las actrices de comedia y drama de su círculo en ese momento, en la capital mexicana.
La baronesa, antes de ser actriz, era ya autora, y uno de los poderosos motivos que la impulsó a presentarse en un escenario era el de representar sus propias obras, basadas en su vida que los reporteros calificaban "pintoresca" e "interesante como pocas". También se resaltaba que pondría al frente de su compañía a la prestigiosa actriz española Antonia Arévalo. "Irá iniciándose poco a poco, hasta no estar segura de sus facultades, lo que creemos que será muy pronto", agregaban los artículos, en los que confesaba su propósito de llevar a la escena también obras de autores mexicanos.
Y para entonces ya se anunciaban las primeras representaciones tras los pertinentes ensayos. Sus planes pasaban por dar una corta serie de representaciones para marcharse a La Habana y, de ahí, se planteaba una gira por las principales ciudades americanas. Otros periódicos como El Ejército Español, La Correspondencia de Valencia, El Día o El Luchador replicaron esa noticia, añadiendo en todos los casos adjetivos que halagaban la capacidad de la noble para reinventarse.
10.000 dólares por película


Noticia sobre su polémica exposición en Boston y autógrafo de quien también se presentaba como baronesa.
Y mientras pensaba en las tablas de los teatros mexicanos, la revista Nuevo Mundo de Madrid publicó el 1 de mayo de 1925 un amplio reportaje sobre la faceta de Margarita Ruiz de Lihory como actriz de cine. Sí. En una de sus páginas ilustradas, la prestigiosa publicación indicaba, con foto incluida, que "la bellísima escritora Margarita Alcahalí" había tomado parte como protagonista de un filme americano "por cuyo role" había recibido 10.000 dólares.
De acuerdo con esta información, las pretensiones de conocer la meca del cine se habían hecho realidad. Y, de hecho, hay biografías que apuntan que Ruiz de Lihory había participado en una cinta llamada Dos amores y que, incluso, colaboró en la producción de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, la adaptación cinematográfica que se hizo de la obra de Vicente Blasco Ibáñez en Hollywood, y cuyo reparto estaba encabezado por Rodolfo Valentino. También se ha repetido que guionizó diversas películas. En fin, de nuevo, méritos de la aristócrata que pueden formar parte de esa historia quimérica que la rodea.
No obstante, los 10.000 dólares que se aseguraban cobró la baronesa por esa película era el propio de una actriz que no formaba parte del puñado de súper-estrellas con contratos millonarios, pero sí el de una actriz en ascenso.
La denuncia de su hermana
Y en ese momento de esplendor mediático de Margarita Ruiz de Lihory, llegó un disgusto para ella. Otro diario, el mallorquín La última hora, publicó una carta de su hermana mayor, Soledad, denunciando que la que se presentaba ahora como actriz se había apropiado del uso del título de baronesa de Alcahalí. En la misiva, la ofendida afirmaba que, si bien podría ser cierto que su hermana se iba a dedicar a las artes escénicas, "pero también lo es que el título de baronesa de Alcahalí únicamente yo puedo usar, según carta de sucesión del 22 de abril de 1924".
De nada sirvió la epístola, puesto que la aristócrata hizo caso omiso de la reclamación y emprendió una nueva aventura. En marzo de 1925, Margarita Ruiz de Lihory llegó a La Habana, como publicó La Correspondencia de España. Y muy pronto, de nuevo, logró embaucar a la prensa respecto a su nueva hazaña. En el Diario de la Marina, el 28 de marzo de 1925, apareció un amplio reportaje dando cuenta de que se había instalado en el Hotel Bristol.
Desde allí concedió numerosas entrevistas, como la que publicó el periodista asturiano Rafael Suárez Solís, en el Diario de la Marina a finales de marzo de 1925: "La baronesa, en su inquietud ilustrada por un carácter terriblemente femenino, por una belleza estilizada y cambiante, por el alto lustre de una aristocracia añeja, había dejado atrás, encerrada en el consuelo de una celda, el alma atormentada de un hombre; los recuerdos de una diplomacia en el laberinto político de Marruecos; las gracias de unas páginas literarias; la luz de unos lienzos ganados a las enseñanzas de Sorolla; la influencia de unos salones más severos, de claras normas de elegancia; los beneficios de muchas actuaciones de filantropía… Todas esas exquisitas labores de mujer que no suele reivindicar, como labores propias de su sexo, la mujer española; tal vez estando preparada, más que ninguna, para realizarlas".
En Nueva York y en la prensa cinematográfica de Hollywood
En tierras cubanas estuvo hasta finales de julio, cuando embarcó con destino a Nueva York, según dio cuenta también el Diario de la Marina. Llegó allí en el Toloa, siendo recibida por los cónsules generales de España, Cuba y México, según explicaba la crónica del periodista Miguel de Zárraga. Además, se le brindó un recibimiento por todo lo alto en el Ritz Carlton, aunque se alojó en el Hotel Alamac, en Broadway.
Ese mismo cronista, Miguel de Zárraga -corresponsal del diario ABC y que ocupó en Hollywood diversas responsabilidades en los estudios MGM y Fox, adaptando guiones para el rodaje de películas en español, y en Columbia Pictures, dirigiendo el departamento de publicidad extranjera- dedicó a Margarita Ruiz de Lihory un amplio reportaje en otra de las publicaciones en las que colaboraba, Cine-Mundial.
En esa noticia destacaba las diversas películas que había rodado en México y su labor como empresaria teatral y actriz en la capital azteca y también en La Habana. Según esta publicación, de mayo de 1926, la baronesa contó al periodista sus impresiones de México, "donde dio conferencias, escribió artículos de periódico, representó comedias, interpretó películas, pintó retratos... En Cuba, poco después, hizo lo mismo".


Portada de 'El Caso' que protagonizó el caso de la mano cortada, y residencia de la marquesa de Villasante en la calle Mayor de Albacete, en la que se colocaban carteleras de cine.
Una vez en Nueva York se centró en otra de sus aventuras, la de pintora de primer nivel, pero rodeada otra vez de polémica, según el estudio Margarita Ruiz de Lihory en América (1925-1929): Fraudes y artimañas de una pintora aficionada y su falsa identidad como Teodora Álvarez y Mary Doe, de Fernando Alcolea Albero. Según este trabajo, durante su estancia en América, la aristócrata trató de afianzar su carrera como pintora, pero su ambición artística estuvo plagada de engaños. El autor documenta cómo organizó una exposición fraudulenta, apropiándose de pinturas ajenas para presentarlas como suyas. Además, adoptó varias identidades falsas -como Teodora Álvarez y Mary Doe- para seguir actuando como retratista impostora.
También describe una huida a Canadá, donde continuó bajo una identidad ficticia, lo que le llevó a tener serios problemas con la justicia. El estudio apunta que estas estafas forman parte de su faceta más turbulenta y contradictoria como pintora aficionada, revelando una personalidad compleja entre el deseo de éxito artístico y un modus operandi bastante enrevesado.
Con sus problemas legales y una biografía cuestionada regresó a España. Y en 1933, tras licenciarse en Derecho, según las crónicas periodísticas, recuperó el halo de glamour que siempre le rodeó. Y a partir de ahí recompuso su cuaderno de ruta, que incluyó otras noticias, básicamente escabrosas, como el caso de la mano cortada o lo de la llegada de extraterrestres a su casa albaceteña. Falleció en 1968 no con pocos problemas económicos, y sus restos reposan en el camposanto de la capital manchega. Pero esas son otras historias.
