Rex, un cine de la Gran Vía en Casas Ibáñez
Su promotor, el empresario Otelo Valiente, levantó este espectacular cine de un millar de butacas tras construir en Madrid el mítico Rex, convertido ahora en una tienda de moda
No fue el primer cine de esta localidad de La Manchuela, sino que recorrió el camino iniciado hace 110 años por el ABC, al que siguieron el Liceo Ibañés o el María Victoria
Cine Rex de Casas Ibáñez, que fue inaugurado en 1960, y Cine Rex de Madrid, abierto en 1941, ambos impulsados por Otelo Valiente.
En 1914, con apenas dos décadas de vida, el cine caminaba con paso firme por la senda del arte y de los nuevos espectáculos. Ese año, en el que Charles Chaplin, Charlot, reinaba en el cortometraje cómico, el séptimo de los artes se enfrentaba a un reto más que notable: contar lo que sucedía en el campo de batalla en la recién iniciada I Guerra Mundial.
Pues ese momento tan agitado fue el que marcó el inicio del cine en Casas Ibáñez con la puesta en funcionamiento del Teatro y Cine ABC, toda una institución cultural que revolucionó, sin duda, el entretenimiento en esta localidad de La Manchuela y alrededores. Antes de 1914 no llegó el invento de los hermanos Lumière a esta población -al menos, de forma permanente- y, de hecho, la publicación Arte y Cinematografía, en su número del 30 de agosto de 1911 destacaba a Casas Ibáñez y sus 3.014 habitantes entre las "poblaciones importantes" de la provincia de Albacete sin este espectáculo, junto con Alcalá del Júcar, Nerpio, Vianos y Madrigueras.
Según recogió el historiador José Manuel Almendros en el programa festivo de Casas Ibáñez de 2014, desde marzo de 1914, ese local compaginó las representaciones teatrales y musicales con proyecciones de cine mudo, con una acogida sobresaliente por parte del público ibañés, aunque todo parece indicar que su promotor, Andrés López Ródenas, no pidió el alta hasta 12 años después, en 1926.
Edificio que albergaba el viejo Cine y Teatro ABC.
El local disponía de 475 butacas, costando 0,30 céntimos la entrada de palco y 0,20 céntimos en general. El cine fue construido sobre gruesos muros de carga con suelos y techos de estructura de madera formada por grandes vigas, según recordaba César Luis Descalzo, histórico trabajador del ABC también en el programa de Feria y Fiestas de Casas Ibáñez de 2014.
"En la planta baja estaba el patio de butacas, si es que así se podían calificar a aquellos incómodos asientos de tablas corridas, eso sí, separados por apoyabrazos", explicaba César Luis Descalzo, que hacía las funciones de proyeccionista, y si se terciaba, de taquillero. En cuanto al gallinero, ofrecía una serie de bancos sin respaldo, ni separación, "si te cansabas de estar tieso, podías apoyar la espalda en las rodillas del que estaba sentado detrás".
El proyector de la sala llegó con el cine mudo hace 110 años, pero se adaptó a las películas parlantes con la incorporación de una cédula fotoeléctrica para registrar el sonido y, todo ello, en una cabina en la que el riesgo era constante: su techo consistía en un entramado de vigas de madera, combustible para un celuloide altamente inflamable que amenazaba muy seriamente no sólo a quien proyectaba esas copias viejas y picadas, sino también al público.
Pero además del ABC, con el tiempo, al espectáculo de las imágenes en movimiento se sumó el Liceo Ibañés, o al menos, de esta manera lo certifica el Boletín Oficial de la Mutua de la Defensa Cinematográfica Española en su número 24 de 1924, editado en Barcelona, y correspondiente a los meses de junio a agosto. En esa publicación, junto con el Teatro y Cine ABC, se habla del Cine Liceo, de Virginio Pérez, por lo que se entiende que, junto con la actividad cotidiana de este establecimiento -conferencias, zarzuelas, operetas…-, se incorporaron las proyecciones cinematográficas. De hecho, hasta el inicio de la Guerra Civil, la revista Arte y Cinematografía incluye al ABC y al Liceo como cines de Casas Ibáñez.
Problemas en el ABC
Finalizada la contienda nacional, el Boletín de la Sociedad General Española de Empresarios de Espectáculos, en su número de julio de 1939, daba de baja -y así lo publicaba en un listado- al "cinema ABC", cuyo empresario era "Samuel López Cuenca". Y es que para entonces era ya una sala con muchos achaques, lo que llevó a la Junta Consultiva e Inspectora de Espectáculos Públicos a exigir a los propietarios la realización de una serie de operaciones de urgencia. Y en ese momento, según José Manuel Almendros, otro emprendedor, el abogado José Jara Peralta, movió ficha y solicitó a finales de 1949 autorización al Consistorio para construir un nuevo cine, que iba a llevar por nombre María Victoria. Fue una tramitación excesivamente veloz, ya que apenas 20 días después, el nuevo cinematógrafo estaba terminado y el 4 de enero, el promotor solicitó licencia de apertura.
La cuestión no pasó desapercibida en Casas Ibáñez y más allá y, de hecho, fue motivo de comentario. Los propietarios del ABC quisieron reparar las deficiencias, pero debieron de ser tantos los problemas o quizá fueron los contactos del nuevo empresario cinematográfico, pero el caso es que el Gobierno Civil desestimó la petición de la familia López, y la sala echó el cierre en 1954.
Imagen de una tarde de verano en Casas Ibáñez, con el ABC al fondo.
Atrás quedaron un sinfín de anécdotas, como las quejas de los espectadores cuando, tras anunciarse en Technicolor la película El mago de Oz, vieron que los primeros fotogramas eran en blanco y negro antes de convertir el celuloide en un alocado arcoíris; o cuando el inicio de la sesión se retrasó ante la muerte de Manolete en Linares en 1947 por el impacto que causó la noticia, y aquel acomodador que, armado con una especie de caña, avisaba a los mozalbetes que, durante las proyecciones, armaban cierto lío.
Llega el María Victoria
El María Victoria, a pesar de contar con el respaldo administrativo, tuvo que esperar unas semanas para abrir sus puertas, puesto que no comenzó a funcionar hasta febrero de1950 -según el Anuario del Cine Español-, cuando fueron corregidas una serie de deficiencias, desde insuficiente número de retretes a falta de extintores, además de ausencia de pasamanos en las escaleras o una cabina con una puerta que no era enteramente metálica, de acuerdo con la documentación reunida por José Manuel Almendros.
Con 880 localidades, proyectaba los jueves y festivos y, con el tiempo, aparecía como empresario Justo Brizuela. Fueron años en los que el María Victoria reinaba en Casas Ibáñez. Y así fue hasta que, en los sesenta, y ante el momento dulce del cine, llegaron nuevos proyectos para que los ibañeses vieran a sus ídolos de la gran pantalla. Así, en 1960, Miguel Roldán solicitó el 5 de julio autorización para convertir la plaza de toros en un cine efímero, sólo para el verano, siguiendo la estela de tantas y tantas poblaciones, como sucedió en Albacete. Y con ese permiso, que se le concedió tras atender las exigencias administrativas respecto a las medidas de seguridad propias de un espectáculo como éste, desde el 22 de julio el proyector iluminaba con su magia las noches de La Manchuela para un público en mangas de camisa.
Y por fin, el Rex
Ese mismo 1960 arrancó el gran cine de Casas Ibáñez, el Rex, obra y gracia de Otelo Valiente Pérez, y cuyo prólogo no se pudo escribir con tanta facilidad como el potentado empresario hubiera deseado. El lugar escogido no era otro que el solar ocupado, otrora, por el ABC, en la calle Tercia, la tramitación inicial del proyecto se enfrentó a una serie de vicisitudes consecuencia directa de la oposición que el empresario del otro cine, María Victoria, planteó. Y lo hizo, según José Manuel Almendros, nada más conocer las intenciones de quien ya era un reconocido promotor y constructor, con obras tan notables como el cine Rex de Madrid. Sí, porque Otelo Valiente fue quien promovió en plena Gran Vía este ambicioso proyecto, un edificio diseñado en 1943 con 13 plantas en un solar de más de 500 metros, con espacio suficiente para un hotel, locales comerciales y un gran y precioso cine.
Este complejo madrileño -convertido desde finales de 2023 en una tienda de moda de la cadena Urban Outfitters, y que conserva en su interior las huellas de su fulgurante pasado- abrió sus puertas en diversas etapas, siendo el cine el primero de los locales en los que se cortó la cinta inaugural. Fue el 23 de abril de 1945 con la película La venus de la selva, dirigida por George Wagner en 1941. A la sala, con 481 localidades -349 en el patio de butacas y 132 en el anfiteatro- le siguió el hotel, con 200 habitaciones, que comenzó a alojar huéspedes el 14 de marzo de 1946. Y desde ese momento, Otelo Valiente no cejó en su empeño de levantar en su pueblo otro Rex, pero no pensado para una localidad de 3.000 ó 4.000 vecinos, sino para una gran ciudad.
Tres fotografías del Cine Rex de la Gran Vía de Madrid. / Hemeroteca Municipal del Ayuntamiento de Madrid
Ramón García, último gerente del Rex ibañés, recuerda que Otelo Valiente, arquitecto y aparejador, construyó el cine, en gran medida, por un desamor. "Se quiso casar con la hermana de un empresario de nuestra localidad, y no le dejaron porque no estaba a la misma altura económica". Y es que Valiente Pérez tuvo que emplearse a fondo para llegar a ser lo que fue. "Su padre era mozo de mulas en Casas Ibáñez, se dedicaba a cuidar la finca de una familia muy famosa, los Ochando, quienes, procedentes de Chinchilla, llegaron a este pueblo a abrirse camino", relata.
Cartel anunciando la promoción de viviendas en cuyo edificio se instaló el Cine Rex.
Con el título universitario en el bolsillo, Otelo Valiente desarrolló una importante carrera profesional en un régimen político que le fue propicio. De hecho, nada más concluir la Guerra Civil, se embarcó en su proyecto más ambicioso, la constructora Gutierrez y Valiente (Guvasa), cuyas obras cruzaban el país de norte a sur. Fue uno de los contratistas más favorecidos durante la dictadura, "Y ya, cuando pudo, quiso demostrar que, tras una vida de superación, era capaz de hacer un cine mejor que el que ya existía para demostrar el amor que le profesaba a su pueblo". Y así fue que el proyecto comenzó a moverse en 1958. José Manuel Almendros afirma que el diseño corrió por cuenta de Baldomero Pérez Villena -autor del edificio Legorburo de la capital albacetense-. aunque según Ramón García, también colaboró otro conocido arquitecto, Carlos Belmonte, quien fuera alcalde de la ciudad.
El caso es que la familia Jara elevó las pertinentes objeciones ante el gobernador civil. Santiago Guillén Moreno, ya que, según alegó, en un pueblo como Casas Ibáñez, de unos 3.500 habitantes, la ley no podía permitir otra sala, además de la suya, lógicamente. El nuevo cine iba a ofrecer en torno a 900 localidades.
De esas gestiones de los Jara resultó una resolución del Gobierno Civil en la que se aseguraba que, con el María Victoria, y junto con la plaza de toros y el salón parroquial -que, como en tantos pueblos, ofrecía proyecciones-, se alcanzaba la cuota de localidades para un municipio como Casas Ibáñez. Además, según José Manuel Almendros, el Gobierno Civil aconsejó a la Delegación de Industria que no autorizara la toma de corriente eléctrica para el nuevo cine.
Pero algo tuvo que suceder en las más altas instancias, ya que José Jara estaba muy bien posicionado en Madrid, ocupando importantes puestos en el potente Instituto de Cultura Hispánica, pero también Otelo Valiente, cuyas obras para la administración se repartían por todo el territorio nacional. Finalmente, el Rex continuó adelante, aunque las fotografías que todavía se conservan de esa época demuestran que Otelo Valiente no quería publicitar en exceso su proyecto, que iba a compartir solar con un edificio de viviendas y un banco. "De hecho, ese cartel anunciando las Viviendas de Protección Oficial no se refería al cine, supongo que temía Otelo Valiente que los Jara pusieran pegas", como sucedió finalmente.
En esta fotografía aparece, sentado, el segundo por la izquierda, Otelo Valiente, en una boda celebrada en Madrid de una empleada de la familia, Además de los novios y otros familiares, también se encuentra retratada la esposa del aparejador. / Biblioteca Digital Memoria de Madrid
Fue una construcción modélica por los materiales empleados, y se generaron numerosos puestos de trabajo. "Con esos jornales se ayudó a que mucha gente saliera hacia adelante, y que se hiciera con un empleo, con una profesión", relata Ramón García, "sí, del Rex salieron muchos albañiles, y es que su construcción requirió de un sobreesfuerzo, por ejemplo, la viga principal de más de un metro de alto que sostiene el anfiteatro se construyó de una tacada durante 48 horas". Finalmente, la sala abrió sus puertas el 6 de noviembre de 1960 con la película Sayonara, de 1957, ganadora de cinco premios Oscar y con Marlon Brando como protagonista.
'Hermano' del Rex de la Gran Vía
Otelo Valiente ya se había implicado en otros proyectos de la localidad, como la nueva plaza de toros, que se inauguró el 28 de agosto de 1957, sustituyendo al antiguo coso ibañés de 1882. Pero, como el cine no era su negocio, puso al frente de la sala a Miguel García Torres. "Mi padre -recuerda Ramón García-, fue jefe del Socorro Rojo durante la Guerra Civil, por lo que en los años 50 éramos una familia reprimida por el franquismo, por lo que Otelo Valiente le ofreció a mi padre llevar el cine, eran primos segundos, yo también tuve problemas, quise comenzar a trabajar en un banco, pero no fue posible por los mismos motivos".
Por alguna causa, Otelo Valiente optó por bautizar su cine de Casas Ibáñez como al Rex de Madrid, pero también al hotel que puso en pie en Santander, puesto que su esposa, Rosario Rasines Relloso, era cántabra.
El cine era una auténtica atracción. De hecho, eran muchos los que, tentados por la curiosidad, acudían a ver esa majestuosa sala de 991 butacas, 635 de platea, 148 de entresuelo y 208 de principal. "Mi padre me mandaba a enseñarlo, llevaba a la gente durante casi 10 años, cuando era sólo un chiquillo", rememora Ramón García, quien está convencido de que no había otro cine como el Rex en Albacete, incluida la capital, "por su vestíbulo, por su tecnología, por sus comodidades, por su proyector, por su pantalla, por sus telones, por su carpintería, por su calefacción, es más, no se sabe lo que Otelo Valiente invirtió finalmente, a pesar de que las viviendas tenían subvención y otra parte del edificio era para Banesto".
Grandes artistas y películas de éxito
Y el cine funcionaba, con frecuentes proyecciones y espectáculos de primer orden. "Tanto Otelo Valiente como mi padre querían que al Rex vinieran las primeras figuras, hablo de Rocío Jurado, de Juanito Valderrama, de Manolo Escobar, de Antonio Molina, de Antonio Machín…, entonces, el dinero que se había recaudado, por ejemplo, en las fiestas con las proyecciones, se las llevaba la estrella que nos visitaba", resaltaba Ramón García, poniendo el acento en algunos profesionales del espectáculo que se mostraron más que agradecidos con el público ibañés, como Sara Montiel, que en una ocasión, a pesar de estar de incógnito acompañando a Marujita Díaz, salió al escenario a saludar a los espectadores, o el propio Tony Leblanc, que no quiso abandonar el Rex hasta que estrechó la mano de todo el personal".
Día de inauguración oficial del Cine Rex, en 1960.
Las cosas cambiaron cuando el nuevo gerente tomó las riendas del negocio. Del pago del caché de los artistas se pasó a un porcentaje de la taquilla. Pero, además, la llegada de Ramón García a la dirección del Rex con 23 años de edad coincidió con el final del franquismo y, con ello, el destape. "Nos vino muy bien, recuerdo que no pudimos proyectar Emmanuel, la primera, de 1974, por la cuestión de las multinacionales (a pesar de ser francesa, la distribuyó Columbia Pictures), pero sí me hice por 75.000 pesetas con Emmanuel Negra, y el cine se llenó hasta arriba, cuando la protagonista salía desnuda por la selva, la gente aplaudía, parecía la revolución, ver un desnudo en el cine, llegaba la libertad".
Ramón García, en su época de gerente del Rex de Casas Ibáñez y en la actualidad, con su esposa.
Pero esa libertad le costó algún que otro disgusto con la Inspección de Menores. "Un caso lo tuve con la proyección de El Mirón, dejé pasar a dos chavales menores de 18 años y nos multaron con 5.000 pesetas". Y es que Ramón García atesora un sinfín de recuerdos de su trabajo al frente del Rex. "En 1982, como consecuencia de las graves inundaciones que sufrimos en la provincia, solicité apoyo a quien era, entonces, directora general de Cinematografía, Pilar Miró, y nos envió 200.000 pesetas, dinero que Otelo Valiente dedicó a enmoquetar el cine". Pero no fue el único cambio que introdujo en el cine, con un equipo que permitía proyectar con bobinas de 3.000 metros, triplicando su capacidad, "ya no era necesario hacer descansos para cambiar el rollo", y también incorporó el sistema de sonido Dolby Stereo… suma y sigue.
Diversas imágenes de diferentes épocas del Cine Rex.
Uno de los grandes éxitos comerciales del Rex fue Oficial y Caballero. "Esa película nos dio mucho dinero y la verdad, es que la conseguí un poco por intuición. Además de seguir la cartelera de Madrid, leía Fotogramas, y vi que había funcionado muy bien por ahí. Así que la conseguí por 3.000 pesetas, e hice cinco pases, todos llenos. El distribuidor llegó y me dijo que me había 'forrado' con Oficial y Caballero, y me colocó para compensar me alquiló otra por 75.000 pesetas, pero perdimos dinero, apenas recaudamos 40.000 pesetas".
Tres acomodadores, dos porteros, dos proyeccionistas, una limpiadora y una taquillera, además del propio gerente, conformaban la plantilla de una sala que, durante los 70 y los 80, se enfrentó a numerosas vicisitudes, lógico para un enorme cine en una pequeña localidad. Pero la familia Valiente seguía como titular de la sala, y Ramón García al frente de la sala. "Digamos que el padre, Otelo, dejó como empresario de la sala a uno de sus hijos -tenía 11-, Javier".
Portero del Cine Rex, Salvador García, de Casas Ibáñez. / Bidicam
La familia sigue teniendo una notable presencia en Casas Ibáñez, por medio del grupo empresarial Tolvasa-Paasa, que tiene su origen en un molino, el que utilizaba Rogelio Tolosa para convertir, con ayuda del agua, el trigo en harina y que, tras andar por varias aldeas de Albacete, se estableció en esta localidad de La Manchuela. Su hijo, Eloy Tolosa, dio un impulso decisivo al molino añadiendo un nuevo modelo de invención propia que permitió al negocio prosperar y convertirse en una fábrica de harinas. Posteriormente, y tras el obligado parón de la Guerra Civil, Eloy Tolosa se lanzó a la búsqueda de nuevos inversores para que el negocio prosperase, una alianza que encontró en Otelo Valiente. Ahí nació Tolvasa, dedicada a la fabricación de piensos y que contaba, además, con granjas de gallinas y pollos que empezaron a alimentar con sus propias reservas. Un tiempo después, aparecería una nueva empresa, Paasa, destinada a procesar estos pollos para su consumo
Otelo Valiente falleció en abril de 1989, y su esposa, Rosario Rasines, en marzo de 2012, un matrimonio cuya presencia en las notas de sociedad de los diarios nacionales era frecuente, y cuya huella todavía pervive en Casas Ibáñez gracias, entre otros proyectos, al Rex, que terminó en manos del Ayuntamiento en 2006. Desde ese momento, su historia ha sido muy diferente. Pero sus muros siguen conservando en su interior la memoria de décadas de cine, auténtico palacio de los sueños propio de la avenida más glamurosa de cualquier gran ciudad.
"El cine está realmente construido para la gran pantalla y el gran sonido, para que una persona pueda ir a otro mundo y tener una experiencia"
David Lynch Director de cine
Algunos de los artistas que pasaron por el escenario del Rex de Casas Ibáñez.