José Portes, de la Fonda del Reloj a estrella del cine de los cuarenta
El popular cómico nació en 1881 por azar en el primer establecimiento hotelero de Albacete
Sus
padres estaban de gira en la capital, con varias actuaciones en el
desaparecido y efímero Teatro Vidal
Sus
actuaciones en el Teatro-Circo y en el Teatro Cervantes fueron
numerosas, así como en escenarios de la provincia
Su nombre aparece en una veintena de películas, desde 1916 hasta 1945, con títulos como Sangre y Arena, Espronceda o El Clavo
La casualidad hizo que uno de los grandes actores de la escena española y de la cinematografía nacional viniera al mundo en Albacete. José Portes Torrecilla, también conocido como Pepe o Pepito Portes. Puestos a indagar, su filmografía arroja interesantes títulos. Pero cuando se busca en las hemerotecas y archivos cinematográficos aparecen otras películas más que notables en las que se contó con el popular y alabado cómico. Como adelanto, digamos que el albaceteño de cuna fue uno de los protagonistas de El Clavo, uno de los éxitos más rotundos de la década de los cuarenta de la popular productora Cifesa.
Pero vayamos al principio, y hablemos de sus padres, dos importantes actores del final del Siglo XIX, cuya presencia en los teatros de todo el país fue constante, y por ende, en los escenarios albacetenses. Su padre fue José Portes Espadín, primer actor y director de su propia compañía, "que triunfó en los más importantes teatros de Sevilla, Barcelona, Madrid y otras ciudades peninsulares", según nos recuerda Jaume Lloret i Esquedo, en su publicación Personajes de la Escena Alicantina. Y es que Portes Espadín nació en Alicante, pero hizo de esta piel de toro y más allá su teatro del mundo. Y toda su vida la dedicó a la escena, dando sus últimos pasos profesionales con el inicio del Siglo XX.
No obstante, fue el promotor de una saga de actores junto con su esposa, la triple cómica Emilia Torrecilla Giménez de Bargues, nacida en 1851 y fallecida en 1929, con una dilatada carrera que le llevó también por todo el país, y no sólo con la compañía familiar. Y su otro hijo, Emilio Portes Torrecilla, también se dedicó a este noble oficio. Y hasta su nieto, Álvaro, hijo de Emilio, fue actor, poeta y dramaturgo. Suma y sigue.
Pues bien, en una de las giras de la compañía familiar por Albacete, el azar quiso que el Teatro Vidal fuera una de sus paradas. Hay que recordar que, lamentablemente, de ese edificio tan solo se conserva la fachada. El resto del inmueble, por el que la otrora Asociación de Amigos del Teatro Circo -ahora, Asociación de Amigos de los Teatros Históricos Españoles (Amithe) que preside el albaceteño Javier López-Galiacho- luchó por su conservación, fue demolido hace más de una década porque la protección patrimonial no atañía a su interior. Este teatro, ubicado en el 12 de la calle Ricardo Castro -en aquel entonces, calle del Bosque-, abrió sus puertas antes que el Teatro Circo. Fue en 1880, y contaba -según recordó en 2007 el cronista oficial de la villa José Sánchez de la Rosa, en un artículo en el diario La Verdad de Albacete-, con dos plantas: la baja, para el patio de butacas y un pequeño escenario sin fondo, y la primera, con una estructura de palcos a modo de galerías, que destacaban también por su ornamentación.
El Vidal se estrenó con la compañía de Ricardo Calvo una noche de julio. Su dueño, llamado Godofredo Vidal, era también propietario de una funeraria, y gestionó un circo ecuestre instalado en la calle San Agustín. La competencia del Teatro Circo, abierto en 1887, era mucha competencia, por lo que este teatro efímero cerró sus puertas en 1889. Y finalmente, la piqueta acabó con su existencia interior, cuando era un almacén de butano.
El caso que corría el año 1881, junio para más señas, cuando doña Emilia estaba embarazada, casi a punto de dar a luz. La pareja, junto con el resto de la compañía, representaban en aquel momento La canción de la Lola, sainete lírico en un acto, de Ricardo de la Vega y música de Joaquín Valverde y Federico Chueca, aunque también giraban con el disparate cómico-lírico en un acto, Música clásica, de José Estremera y Cuenca y Ruperto Chapí, según recoge Emilia Cortés Ibáñez en su estudio El teatro en Albacete en la segunda mitad del Siglo XIX.
En fin, que pasaron varios días en la capital albacetense, y como alojamiento optaron por la Fonda del Reloj que, por cierto, fue el primer establecimiento hotelero de estas características en la ciudad.
Según relató Alberto Mateos Arcángel en la revista Feria de 1976, inicialmente esta fonda se estableció en la calle Salamanca, en su número 7. Fue fundada por un empresario llamado Luis Tévar, aunque era más conocido por su mote, Gangarro, que en la última etapa de su vida llevaba una existencia muy solitaria, apoyando siempre en su bastón de rotén. "De alta estatura, su porte era mustio, como las guías de su bigotazo blanco, paupérrima su indumentaria", añadía Mateos, que no alcanzó a determinar la fecha de apertura de la fonda, aunque da por hecho que en 1874 ya funcionaba. Y no iba desencaminado, porque según el historiador Joaquín Roa y Erostarbe, al relatar la invasión de la ciudad por la facción carlista de José Santés y Murgu, escribió que «el batallón de cazadores se apoderó de la Fonda del Reloj».
De la misma manera, cabe destacar que en este establecimiento ejercieron como camareros con acreditada profesionalidad, y con el paso del tiempo, notables industriales, don Francisco Sánchez y don Inocencio Serna. "El primero, propietario del Hotel Francisquillo, en el paseo de Alfonso XII, esquina a la calle de Ricardo Castro, y el segundo de una fábrica de hielo y bebidas espumosas instalada en la calle del Val-General, esquina a la del Tinte", subrayó Mateos.
La gestión del negocio pasó después a manos de Francisco Zornoza, que se hizo con el traspaso. Zornoza era un popular tabernero de la Plaza Mayor, que posteriormente trasladó la Fonda del Reloj al número 5 del paseo de Alfonso XII, cuando todavía se llamaba calle del Progreso, hoy en día, paseo de la Libertad. Además de haber sido el paritorio improvisado para la llegada al mundo del actor José Portes, fue el lugar donde falleció el catedrático y bibliotecario castellonense don José Bartrina Royo, a la edad de 66 años, cuando corría el mes de enero de 1894. Y además, fue la residencia de Juan García Mas, presidente de la Diputación, diputado, abogado... y editor de los periódicos El Diario de Albacete y El Defensor de Albacete. Pero también alojó precisamente a quien recogió con mayor precisión la historia de este alojamiento, Alberto Mateos, un magnífico caricaturista, diligente archivero municipal y cofundador del Ateneo, que además puso en marcha la Hemeroteca Provincial.
Y es que según se apunta en Historia de la imprenta en Albacete y provincia, de Antonio Sánchez Sánchez, , la fonda era "cobijo de ilustres solteros de nuestra ciudad". Al fin y al cabo, era un local barato para hospedarse, y también para comer. Posteriormente, Antonio Escribano, que fue cocinero de la Fonda del Reloj, fundó en el mismo edificio el llamado Hotel España. Pero esa es otra historia.
Así las cosas, y teniendo en cuenta sus antecedentes familiares, era lógico que José Portes Torrecilla terminara dedicándose a la escena. Y lo hizo desde muy joven, consiguiendo notables éxitos gracias a la sobresaliente vis cómica de la que gozaba. Pero como a cualquier joven de la época, al intérprete le llegó la hora de incorporarse a filas. Y con apenas 20 años fue llamado para formar parte de las tropas de reemplazo, lo que iba a cortar su proyección. Por eso, su padre decidió organizar una función "extraordinaria" y "benéfica" a favor de su hijo el 21 de febrero de 1901 en el Teatro Principal de Alicante. Y es que en aquel entonces era posible evitar el servicio militar pagando cierta cantidad de dinero, a lo que se denominaba redención. Pero existía otra fórmula, la sustitución, por la que el mozo de familia con recursos esquivaba el ejército buscando un sustituto con una economía difícil, al que entregaban unas pesetas para que realizase la mili por el convocado para la milicia.
Resulta curioso el llamamiento que Portes padre realizó para animar a sus paisanos a acudir al teatro y reunir la fortuna precisa que aliviara a su hijo de ser uno más en las tropas. "Encontrándome de paso en este mi querido país, y habiéndole cabido a mi hijo la suerte de ser soldado del presente reemplazo, he dispuesto esta función -la convocada para el 21 de febrero de 1901- confiando en los relevantes sentimientos de mis paisanos, con el fin de redimirle del servicio de las armas, y pueda continuar cultivando su carrera artística. Si como espero, el público alicantino responde a mi modesto llamamiento, se verán satisfechas y os da las gracias más expresivas, las aspiraciones de vuestro paisano y seguro servidor". Así rezaba el cartel de la función que todavía se conserva en archivos alicantinos. En fin.
Sea como fuere, la trayectoria profesional de Jose Portes Torrecilla continuó y se convirtió en un fijo de la escena española, dando el salto al cine cuando todavía era mudo. Hablamos de 1916, año en el que se fecha la primera película en la que aparece el actor nacido en Albacete por azar. Se trata de El secreto del mar, una producción de Emporium Film, de la que se da cuenta en el número 147 de la publicación catalana Arte y Cinematografía, que salió al mercado el 31 de diciembre de aquel 1916. "El secreto del mar es una nueva producción de la industria española que nuevamente nos evidencia que vamos llegando, aunque más despacio de lo que es deseable", se apuntaba sobre la película, en la que junto a José Portes -Pepe Portes, según la noticia-, actuaban "la distinguida artista Amelía Grossi" y el "famoso Boronski".
El siguiente título fue la popular Sangre y Arena, fechada en 1916, y basada en el clásico de Vicente Blasco Ibáñez, que además de adaptarla para el cine se encargó de la dirección junto a Ricardo de Baños. Las andanzas del torero Juan Gallardo, producida por Prometeo Films, contaron en esta ocasión con un reparto que encabezaba P. Alcaide, junto a Mark Andrews, Matilde Domenech y Pepe Portes.
Ya, en 1917, llegaría La Verdad, que supuso, además, la puesta en marcha de otra productora. Mundial Film, afincada en Barcelona, en el número 38 de la calle Verona.
Escrita por el poeta Josep Massó i Ventós -a la sazón, fundador de la nueva compañía cinematográfica, y que se enganchó el séptimo de los artes como guionista de la primera cinta de Portes, la citada El secreto del mar-, La Verdad se anunciaba como una "comedia cinematográfica" con prólogo y tres partes. La dirección corría por cuenta de Salvador Castelló, y en los papeles estelares, "la preciosa Blanquita Suárez" y el "aplaudido actor Pepe Portes, tan estimado en Barcelona", publicó El Mundo Cinematográfico el 30 de junio de 1917. La película recibió excelentes críticas, como reflejan importantes publicaciones de la época, como La Vida Gráfica, en la que se apuntaba: "Ha sido un éxito clamoroso, el estreno de la preciosa película La Verdad, primera de la serie Blanquita Suárez-Pepe Portes".
El albacetense tomó carrerilla en el mundo del cine, ya que en 1918 se involucró en otro proyecto cinematográfico, La España trágica. Un "poema cinematográfico", según se asegura en su cartel anunciador, de 240 minutos, ya que la cinta se dividía en cuatro partes: Flor de Serranía, Flor de Espino. Entre España y África y El laurel y el olvido.
En los principales papeles, Carmen Villasán, José Portes, Antonio Calvache, José Durany, Angelita Ribas, José Argelagués, Manuel Viola, Fernando Viola y Ángeles Rivas, dirigidos por Rafael Salvador. También es conocida como La narración de un soldado, e incluso, Tierra de sangre.
Fue una gran producción para la época, ya que se rodó en numerosos emplazamientos: Jerez de la Frontera, Sevilla, Córdoba, Algeciras, La Línea de la Concepción, San Roque, Ceuta y hasta Tetuán. Precisamente, en esa ciudad marroquí, al buscarse tanta verdad, en una escena que recogía un enfrentamiento entre tropas españolas y norteafricanas hubo varios heridos y hasta un fallecido. "A veces, conseguir esa emoción dentro del realismo cuesta disgustos serios y gordos", indicó una crónica en El Mundo Cinematográfico.
Avanzamos en la filmografía de Portes, y llegamos a 1919 y Los intereses creados, película basada en la obra de Jacinto Benavente que, por encargo de Francisco Herrera Oria, propietario de Cantabria Films y hermano del conocido cardenal Ángel Herrera Oria, adaptó para la pantalla. Se estrenó el 7 de enero de 1919 en el Teatro del Centro de la capital de España, y según se contó en Cine Popular tras su presentación, sólo uno de sus protagonistas, José Buch, "se dedicó con ardor al cine, tanto, es así que a su talento y laboriosidad debe la cinematografía española notables películas". Del resto del elenco, dijo la crítica: "Los demás se durmieron sobre sus laureles". Y razón llevaba el cronista, porque el albaceteño tardaría décadas en ponerse de nuevo ante las cámaras. Fue un periodo en el que se centró en su carrera en la escena, con numerosas visitas profesionales en las décadas de los 20 y 30 al Teatro-Circo y al Teatro Cervantes de la ciudad albacetense. Aunque también actuó en otras localidades de la provincia como Almansa y Hellín.
Portes representó 'El Orgullo de Albacete' en el Cervantes en 1923 / HEMEROTECA IAE
Diversas fueron sus visitas al Teatro Circo, como en 1931, en la compañía de Isabel Barrón. / HEMEROTECA IAE
Hasta 1940 no aparece de nuevo Portes en títulos de crédito. Y apenas en un lustro luce en 15 películas, desde El Nacimiento de Salomé, en 1940, a Tierra sedienta, en 1945, cuando se pierde su pista profesional y vital. Entre medias, títulos como Lluvia de millones, El marido provisional, La madre guapa, La blanca paloma, Intriga, Castillo de naipes, Mi vida en tus manos, El escándalo, Te quiero para mí, El clavo, Lola Montes, El testamento del virrey, El destino se disculpa y Esprocenda.
Un sprint profesional que nos permite hoy en día disfrutar de un intérprete al que la fortuna ligó a nuestra provincia y cuya popularidad cinematográfica lo pone de manfiesto su inclusión, en el final de su carrera, en el espectáculo Hotel Terminus, de la Asociación de Artistas Cinematográficos Asociados, con la participación de lo más granado de la cinematografía nacional del momento, desde Maruchi Fresno a Conchita Montes, pasando por Pepe Nieto, Luis Peña, Julia Lagos, Esperanza Navarro, Mari Lamar, Rafael Calvo... entre otros muchos. Fue en el Teatro Beatriz de Madrid en enero de 1944.
Filmografía en los años 40 de Portes.
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