Goya y Carlos III, los cines de la Transición

07.10.2023

El promotor de ambos cines, que abrieron entre 1976 y 1977, tuvo que tirar de amistades entre notables autoridades políticas franquistas para obtener la autorización para su construcción, ya que presentaban problemas técnicos


Entre las dos salas ofrecían en torno a 1.500 butacas, y su propietario, José María Martínez-Tercero, terminó vendiéndoselas a la empresa Salzillo en 1986 que, tras su cierre, las ofreció al Ayuntamiento, que las adquirió en 2001


El Carlos III acabó convertido en un auditorio, por el que pasaron compañías de teatro y revista, espectáculos de todo tipo, actos sociales, políticos y empresariales, mientras que el Goya se transformó durante un periodo en Sala X


Los dos cines de Martínez-Tercero abrieron en plena Transición.

Llegó a Albacete cuando el negocio del cine era cosa de unos pocos empresarios. José María Martínez Tercero, procedente de tierras alicantinas, decidió en plena década de los setenta expandir su cadena de salas cinematográficas por nuestra ciudad. Y no lo hizo tímidamente, sino que su desembarco en esta capital de provincias fue a lo grande: dos cines con capacidad para 1.500 espectadores. Hablamos de los cines Goya y Carlos III que, desde hace un par de décadas, esperan una oportunidad.

Esta historia se remonta, al menos, administrativamente, al momento en el que el Caudillo había entrado en los últimos días de su vida. La numerosa documentación que custodia el Archivo Histórico Provincial revela que el 6 de octubre de 1975, el promotor de estas salas remitió al gobernador civil de la provincia, el otrora periodista Federico Gallo Lacárcel, la petición para iniciar las obras de sus nuevos cines en el solar situado entre el número 17 de Torres Quevedo y Collado Piña número 2. "Se propone la construcción de dos salas para cinematógrafo", indicaba la solicitud, apuntando que una de ellas tendría un aforo para 1.000 espectadores aproximadamente, con entrada principal por Collado Piña y salida de emergencia por Torres Quevedo, mientras que la segunda iba a presentar un aforo máximo de 500 espectadores, con entrada por Torres Quevedo.

Planos de los cines Carlos III A y Carlos III B. Finalmente, se denominaron Carlos III y Goya a secas. / ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL

El empresario acompañó su instancia de los planos de ambas salas, obra del arquitecto Andrés García Sánchez. Y resulta curioso comprobar cómo en un principio, los cines iban a denominarse Carlos III A y Carlos III B, aunque finalmente el segundo se bautizó con el apellido del ilustre pintor aragonés, Goya.

Martínez Tercero no era un principiante en el sector. Nacido en Calasparra (Murcia) el 19 de marzo de 1937, su familia se trasladó a Alicante dos años después, estando ligada su trayectoria empresarial al sector del espectáculo y de la hostelería, principalmente a la explotación de salas de cine. En este sentido, llegó a gestionar casi una treintena de cines en distintos municipios de las provincias de Alicante, Murcia y Albacete. De hecho, los nombres de Goya y Carlos III ya los había utilizado en otras salas murcianas y alicantinas.

Tramitación administrativa

La tramitación administrativa de su proyecto empresarial no fue coser y cantar. El promotor tiró de amistades entre la clase política de entonces para tratar de desencallar la construcción de ambas salas, puesto que una de ellas, la que finalmente terminaría llamándose Goya, superaba con creces el máximo que permitía el vigente Reglamento de Espectáculos para construir bajo rasante en lo que se refería a cinematógrafos, no más de seis metros. Sin embargo, en el caso del local de Torres Quevedo, quedaría 6,75 metros por debajo del nivel de la calle.

De izquierda a derecha, León Herrera, Federico Gallo y José María Martínez-Tercero.

Así las cosas, el empresario, presidente del Sindicato de Hostelería y Turismo de Alicante, ya con Franco fallecido, se dirigió directamente a quien había ocupado la cartera del Ministerio de Información y Turismo desde octubre de 1974 a diciembre de 1975, León Herrera y Esteban. De hecho, fue quien tuvo que dar lectura al parte médico en el que se certificaba que el dictador había muerto, el 20 de noviembre de 1975.

El empresario levantino pidió al político franquista -tras su paso por Falange y ocupar numerosas responsabilidades durante la dictadura, fue uno de los fundadores de Alianza Popular, con el tiempo, Partido Popular- que mediara ante el gobernador civil para que desbloqueara la autorización para iniciar las obras. Y León Herrera así lo hizo en julio de 1976; en una comunicación escrita a mano por el propio exministro -en esos momentos, delegado del Gobierno en la Compañía Telefónica- y remitida al gobernador civil, le pedía que le echara una mano para salvar ese pequeño escollo técnico que había surgido con el proyecto arquitectónico, observado por la Dirección General de Seguridad. Y aquí se dio otra curiosidad, Herrera y Esteban erró en su gestión y, en vez de remitir su carta de recomendación al gobernador civil de Albacete, Gallo Lacárcel, lo hizo al de Alicante, Luis Fernández Madrid.

El Archivo Histórico Provincial conserva el cruce de escritos solicitando la mediación del empresario a políticos procedentes del franquismo

Apertura discreta

Tras aclararse los protagonistas de esta cadena de favores y solventarse el escollo técnico, el 13 de agosto de 1976, el Gobierno Civil autorizó las obras, que concluyeron unos meses después. De hecho, el cine Goya abrió sus puertas en los últimos días de ese 1976, para lo que se proyectó la magistral película de José Luis Borau, Furtivos. Fue una apertura por sorpresa, sin alaracas, discreta... teniendo en cuenta la tortuosa tramitación de sus permisos. Eso sí, sufrió alguna que otra inundación en su historia, como sucedió en la Feria de 1993, cuando tuvo que cerrar durante varios días por la tremenda tromba que cayó sobre la ciudad, anegando el local, en el que se proyectaba, por cierto, Sliver (Acosada), con Sharon Stone.

"El cine Goya tiene una moderna concepción, ofrece 493 cómodas butacas holgadamente dispuestas y está dotado de sistema de exhibición de alta calidad y excelente acústica; el público le ha dispensado una gran acogida, habiéndose incorporado a las salas de estreno, en la calle Torres Quevedo, con todos los honores", escribió el periodista Demetrio Gutiérrez Alarcón en las páginas de Crónica.

Primeras películas proyectadas en los cines Goya y Carlos III.

Tres meses después llegó el turno para el Carlos III. Con 1.080 butacas, fue el 8 de marzo de 1977 cuando se celebró la sesión inaugural, que arrancó con un pase privado compuesto por un cortometraje y por la película Pasión, protagonizada por María José Cantudo, sesión a la que sólo asistieron invitados de postín, las autoridades competentes y otros destacados miembros de la sociedad albacetense, alicantina y murciana, actuando como anfitrión el propietario, José María Martínez Tercero y sus hijos Juan y José María. "El nuevo cine impresiona por su majestuosidad y belleza", informó La Voz de Albacete en su edición del 9 de marzo, mientras que La Verdad apuntaba que estaba "magníficamente dotado" desde el punto de vista técnico.

Ahí echó a rodar la historia de estas dos salas que se enfrentaron a un sinfín de vicisitudes y cambios; de hecho, el Carlos III terminó convertido en una especie de auditorio, por el que pasaron notables compañías teatrales y de revista, además de otros espectáculos, junto con actos sociales, empresariales y políticos. En cuanto al Goya, obtuvo la autorización como Sala X en 1984, según la autorización que concedió el 21 de mayo de ese año la directora general de Cinematografía, en aquel entonces, la directora Pilar Miró, un permiso que se aprobó para tres años.

Noticia de La Voz de Albacete dando cuenta de la apertura.

Entrada del Carlos III.

Entrada del Goya.

Llega Salzillo

Las salas pasaron en 1986 a manos de la empresa murciana Salzillo que, con el transcurrir de los años, se hizo con la práctica totalidad del negocio cinematográfico en la ciudad y tras un breve periodo de explotación, como consecuencia de la puesta en marcha de complejos de multisalas, decidió echar el cierre y ponerlos a la venta. Corría el verano de 1997 cuando la propiedad comenzó a dialogar con el Ayuntamiento para ofrecer ambos cines. De hecho, en junio de 1997, el diario La Verdad publicó una amplia información dando cuenta de la propuesta, y justificando su clausura "por razones técnicas y económicas", lo que hacía "improcedente" su mantenimiento.

Según Salzillo, ambos cines ocupaban una superficie de 3.300 metros cuadrados, un espacio "idóneo para uso comercial o administrativo, con disponibilidad por su configuración para la construcción de una planta subterránea de aparcamiento propio en una zona con grandes carencias de este servicio". Y según los dueños, el Ayuntamiento era la institución adecuada para hacerse con ambas salas.

Pues bien, tras numerosas negociaciones, y con una compleja operación urbanística de por medio, el Consistorio capitalino se hizo no sólo con la propiedad del Goya y del Carlos III, sino también del Capitol. Fue en mayo de 2001, siendo alcalde Manuel Pérez Castell, y el procedimiento fue posible gracias a que el Ayuntamiento, como contrapartida por las tres salas, amplió la edificabilidad del centro comercial Albacenter en 5.000 metros cuadrados.

A partir de ahí, el cine de la plaza del Altozano terminó convirtiéndose en la Filmoteca de Albacete, mientras que Goya y Carlos III permanecen cerrados, aunque se barajaron diferentes proyectos, desde Filmoteca Regional a centro juvenil.

Imágenes de ambos cines al poco tiempo de cerrarse. / JOSÉ M. ESPARCIA

"No me acuerdo de olvidarte"

Memento (2000)

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