Albacete hace un siglo, la Navidad de los sueños pequeños
La caridad colmaba los periódicos, con las donaciones de la alta sociedad de ropa en la Cantina Escolar y para la 'Pascua de los presos', la recogida de juguetes en el Círculo de Bellas Artes y las veladas culturales de Acción Católica para sirvientas y criadas
La crónica de sucesos la marcaban las detenciones curiosas, los robos junto a locomotoras y pensiones, las peleas y el apresamiento de un joven disfrazado de fantasma que aterrorizaba a sus vecinos y que le costó un disparo de un paisano cabreado
Los villancicos sonaban en todas las casas, el cine callado llenaba el Cervantes y las comedias el Teatro-Circo, los bailes en clubes de sociedad y el fútbol en el Paseo de la Cuba daban forma a la vida cultural y festiva de la ciudad.

Plaza de la Catedral en los años 20. / LUIS ESCOBAR (ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE TOLEDO -AHPT-)
En diciembre de 1925, Albacete era una ciudad en la que vivían en torno a 32.000 personas que se abría paso entre dos mundos: el de la tradición casi rural y el de un futuro que traía la electricidad, los vehículos a motor, los ascensores, los nuevos comercios y el cine. Todo era más sencillo, más pequeño y vulnerable que hoy en día, pero quizá más intenso. Los albacetenses vivían las fiestas sin prisas, como si el final del año fuera una especie de pausa dentro de una vida que, para muchos, no resultaba fácil.
La primera gran emoción de esas fechas era, cómo no, la Lotería de Navidad. El 22 de diciembre se despertó en un ambiente frío, de esos que obligan a frotarse las manos antes de abrir un periódico. Y ahí estaban, en los cafés y en los puestos del mercado, vecinos repasando la lista de premios, buscando en las pizarras de las dos administraciones de Lotería existentes en la ciudad un número que casi nunca aparecía.


El Gordo de la Lotería pasó de largo ese año en Albacete. / IEA Y ESTAMPA
Ese día, el periodista Francisco del Campo Aguilar se preguntaba en El Diario de Albacete: "Si ganamos, ¿cómo va a ser nuestra vida? Si perdemos, ¿cómo vamos a parecer a los ojos de las cosas en las que siempre pusimos nuestras esperanzas y nuestras dilecciones más íntimas y profundas? ¿Cómo es el gesto de todos en este momento? ¿De estupidez? ¿De cansancio?". Curiosas afirmaciones, teniendo en cuenta que Del Campo Aguilar fue afortunado años después con la Lotería, con 80.000 duros, lo que le permitió abrir en el número 7 de la calle Tesifonte Gallego una librería, Cervantes, ofreciendo libros de historia, de ciencia, de arte y novelas. Casualidad o causalidad.
Ese año, el Gordo fue para el 11.519. Quince millones de pesetas. La prensa local lo contaba casi con resignación: la suerte había pasado de largo otra vez. Los periodistas decían que los albacetenses eran "alondras ingenuas", soñadores que seguían confiando en el milagro aun sabiendo que, casi siempre, se escapaba. Pero no había tristeza, sino resignación y anhelos, como si soñar con la diosa Fortuna fuese una tradición navideña más.
La caridad de los ricos
Y mientras en la calle se comentaba el sorteo, en otros rincones la vida caminaba a diferente ritmo. Y las fiestas navideñas eran el mejor escenario para que la alta sociedad, por dinero o por posición, pusiera en escena sus muestras de caridad.
La Cantina Escolar, gestionada por la Junta de Damas, reunía dinero para vestir a más de 160 niños. No era solo ropa: eran abrigos capaces de poner coto a un invierno que, por entonces, entraba en las casas sin pedir permiso y sin apenas armas para plantarle cara. Las aportaciones iban desde las cinco pesetas que donó Pilar Gutiérrez de Falcó a las 25 pesetas de Mercedes Montoya de Ciller.

Niñas con sus uniformes en la Casa de la Maternidad / ISABEL RUIPÉREZ
En el Círculo de Bellas Artes, familias acomodadas organizaban una recogida de juguetes, un gesto de generosidad en unas fechas en las que todos, incluso los más humildes, se merecían una celebración.
Y Acción Católica anunciaba para los días 25, 26 y 27 de diciembre veladas literarias y musicales en el Salón Liceo para obreras y sirvientas asociadas. Incluso se incluyeron "amenas proyecciones de cine", no permitiéndose la entrada a los hombres, puesto que el local, donde nació el cinematógrafo en la ciudad, no daba para más.
Y luego estaba la prisión provincial del Puente de Madera, el lugar más frío del invierno. Y no solo por el helor que se metía en los huesos de los presos, sino también por unos sentimientos escarchados. Allí, algunos donantes no anónimos, ya se encargaban de anunciarlo, financiaron lo que los periódicos llamaban la Pascua de los presos: ropa limpia, una comida mejor que la habitual y hasta un pequeño lujo en forma de dulces, vino, puros y cigarros para 20 hombres y ocho mujeres. La iniciativa partió del presidente de la Audiencia Provincial, José Gómez Barbera, con el respaldo del teniente fiscal Felipe Cardiel, que recaudaron en suscripciones más de 1.700 pesetas. La ciudad, en su conjunto, parecía acordarse de los olvidados al menos una vez al año.



Recibo de donación a la Cantina Escolar, cárcel del Puente de Madera y Casa de la Misericordia. / DEL ALBACETE ANTIGUO Y DIPUALBA
Los parados y el Ayuntamiento
Mientras tanto, el Ayuntamiento vivía su propia crisis. El alcalde, Paulino Cuervas-Mons, destacado dirigente de Unión Patriótica, partido de carácter conservador diseñado para sostener la dictadura de Miguel Primo de Rivera, justificaba los retrasos del empréstito que debía mejorar unas calles embarradas y un abastecimiento de agua y alcantarillado apenas existente, un proyecto que comenzó a moverse en el verano de 1924. Llovía demasiado en aquel invierno y las obras se retrasaban; los informes se acumulaban y los funcionarios revisaban y revisaban documentos que parecían no tener fin. Mientras tanto, más de 600 obreros esperaban la llegada de trabajos que, aunque humildes, significaban la diferencia entre tener mesa en Nochebuena o no tenerla.


El alcalde, Paulino Cuervas-Mons, y la Casa Consistorial. / ARCHIVO LOTY (MINISTERIO DE CULTURA)
La prensa denunciaba que algunos representantes de la sociedad de siempre y que formaban parte de la Junta Administradora del empréstito obstaculizaban cualquier progreso por el "atavismo de una política ya retirada y la amargura de su importancia". Los proyectos a incluir en este préstamo de 150.000 pesetas se aprobaron en julio de 1925, y en noviembre se suponía que darían comienzo los trabajos. Y ahí, en ese choque entre burocracia y necesidad, se dibujaba parte del espíritu de la época: una ciudad que quería modernizarse, pero que tropezaba con el "vuelva usted mañana" y con el carácter apolillado y egoísta de unos cuantos.
Los anuncios
Aun así, la Navidad avanzaba como si nada pudiera detenerla. La prensa se llenaba de anuncios, como la "bonita colección de sombreros" llegada al popular comercio situado frente al Teatro-Circo; se invitaba a los albacetenses a dejar de tomar café, al tratarse de un "excitante peligroso que daña el corazón y el sistema nervioso", y proponía tomar el célebre malta Natura, "aromático y digestivo". La música en las casas particulares se escuchaba gracias a los "mejores gramófonos y discos" que comercializaba Daniel Esteve en Marqués de Molins número 8. Y para estar guapo y guapa para las fiestas que se avecinaban, Pikmentine, "tinte para el cabello, todos los colores, del negro carbón al rubio", de venta en la calle Mayor 55 y en Marqués de Molins 15.
Pero, además, los escaparates de juguetes eran un escenario en sí mismos. En La Bola de Oro, en Marqués de Molins, entre caballos de cartón, muñecas de porcelana y trenes de hojalata, los niños apretaban la nariz contra los cristales. La ciudad empezaba a parecerse, aunque tímidamente, a la que conocemos hoy en estas fechas.

El Hotel Francisquillo se traspasaba esa Navidad de 1925. / ARCHIVO MUNICIPAL DE ALBACETE
El negocio que estaba en traspaso era el popular Hotel Francisquillo, en el paseo de Alfonso XII, en el número 11, con "excelentes comodidades, calefacción, cuarto de baño", mientras las bombillas de marca Osram y Electra colmaban las páginas de los periódicos.
Nestlé anunciaba un concurso gratuito: por cada 20 etiquetas blancas de leche condensada La Lechera o cinco de harina lacteada de esta marca se entregaba una receta culinaria. Veinticinco recetas daban derecho a un bono numerado con tres cifras y 1.000 bonos formaban una serie. Sorteaban además máquinas de coser.
Para entonces, es decir, hace un siglo, la ciudad, más allá de sus instituciones básicas —Ayuntamiento, Diputación, Audiencia Territorial y juzgados, Gobierno Civil, Gobierno Militar, Ejército, Fuerzas de Seguridad, Cámara Oficial de Comercio, Cámara de la Propiedad Urbana, Casa de Socorro, Cámara del Sindicato Oficial Agrícola— disponía de cinco entidades bancarias, colegios oficiales, Compañía Arrendataria de Tabacos, carruajes de alquiler, escuelas de artes e industrias y normales de maestros y de maestras, dos iglesias y tres parroquias…
Un fantasma durante 2o dias
Pero no todo era brillo navideño. Los sucesos también formaban parte de la crónica periodística, salpicada de noticias curiosas, como la detención de un fantasma. Fue en un municipio albaceteño y el vecino apresado, de nombre Andrés, tenía 23 años, estaba casado y trabajaba como jornalero. El individuo en cuestión decidió disfrazarse de fantasma y tuvo atemorizado al vecindario durante 20 días. También se arrestó como encubridora a Isabel, de 61 años de edad, con domicilio en una plaza por donde aparecía cada día el fantasma. Y otro capturado más. Un tal Vicente, de 22 años, decidió disparar un tiro de revólver al enmascarado porque había asustado a su hermano varias noches, causándole estupor y angustia.


Palacio de la Audiencia Territorial y antigua Estación de Ferrocarril. / COLECCIÓN LOTY (MINISTERIO DE CULTURA)
En la estación de tren, con una circulación diaria de 20 trenes de salida y llegada, un robo mal planificado terminó a tiros entre vagones. Las urgencias de las despensas eran muchas, y una piel de aceite o dos sacos de arroz eran argumentos suficientes para protagonizar un hurto junto a las locomotoras o en una pensión, como la del Catalán, en la calle de la Caba.
Y otro expolio más como muestra. Unos mozalbetes, Francisco, Manuel y Antonio, muy conocidos de la policía por su afición a lo ajeno, aprovechando un descuido de un criado de don Gabino Lorenzo, le sustrajeron un paquete con tocino, chorizos y otros comestibles. El pretendido banquete se les indigestó, pues fueron puestos a disposición judicial. Las peleas, las discusiones, los escándalos públicos y las borracheras se solían saldar con detenciones y encierros quincenales en la prisión local.
Y en pleno trabajo, un empleado de la fábrica de electricidad Los Pontones, en la cercana localidad de Tarazona de la Mancha, fallecía fulminado al tocar accidentalmente un cable de alta tensión. Una tragedia que la capital también sintió profundamente, recordando que la electricidad, tan deseada, también podía ser implacable.
El teatro y el cine
Los teatros hacían de refugios del espíritu y de la cultura, como no. En el Teatro-Circo, la compañía Puchol-Ozores llenaba la sala cada noche con comedias que arrancaban carcajadas. Mariano Ozores y Luisa Puchol fundaron esta compañía y, con ello, marcaron el inicio de una saga que tuvo con el tiempo a sus máximos exponentes en sus hijos, los hermanos Ozores, José Luis, Mariano y Antonio, y después, en las nietas Adriana y Emma.
Esas fiestas, sobre las tablas del coliseo de la calle Isaac Peral, se pusieron en escena ¡Béseme usted!, Mi tía Javiera, Su desconsolada esposa, Lo que Dios dispone, El chanchullo y Los trucos.


Mariano Ozores y Luisa Puchol llenaron con su talento las tablas del Teatro-Circo.
En el Cervantes de la calle Ancha, el público disfrutaba de cine mudo: películas dramáticas, seriales de acción y cintas infantiles para llenar las tardes. El séptimo arte era todavía un milagro luminoso, y cada proyección reunía a familias enteras fascinadas por aquellas imágenes que se movían en silencio. Entre las cintas proyectadas, El hombre olvida, Profesor de equitación, El rey de los corsarios, Nerón, Los polichinelas del mundo, El triunfo de Tomasito y Los dos pilletes.



Algunas de las películas proyectadas en el Teatro Cervantes de la calle Ancha en las fiestas de 1925.
Una Nochebuena con sesgo machista y con fútbol
Y llegó la Nochebuena. En las casas que el bolsillo lo permitía se preparaba el pavo, los capones, el turrón y el besugo. Eso sí, los villancicos sonaban por igual en casas humildes y hogares pudientes. Era una noche en la que cada detalle tenía un sabor casi artesanal: la gente cocinaba más despacio, contaba historias mientras esperaba y la mesa era el centro de toda conversación.
Pero la sociedad de hace un siglo emanaba un hedor machista que se colaba en plena Nochebuena en forma de artículo de opinión en el que se decía: "Pese a las sedas y a las armonías de ese momento dichoso, ¿no será culpable la mujer de que el hombre se aleje del hogar?". Y otra perla: "Esta mujer frívola de hoy descuida el culto del hogar, preocupada como está por la estilización de su belleza. Pocas veces es una Marta. Casi siempre está más cerca de Aspasia… el hombre se va del hogar frío, del hogar sin tibieza acogedora".

© Historias para sentir albacete
Y hablando de aficiones masculinas que se disfrutaban, eso sí, a la luz del día y no como otras, el fútbol, que también tuvo esas jornadas su protagonismo. El Albacete FC ganó al Nacional de Madrid en un partido vibrante, 4–3, que los cronistas celebraron como un triunfo que daba identidad y orgullo a la ciudad y que se celebró a pesar de diversas suspensiones, porque los campos del Paseo de la Cuba eran más bancales que terrenos en los que practicar el balompié. En liza, una copa de plata donada por un caballero, de apellido Banera, reconocido aficionado.
La Nochevieja de los VIP
La última noche del año llegó con un ambiente de nerviosismo casi supersticioso. Los diarios decían que cambiar un cinco por un seis parecía una amenaza del destino, como si 1926 llegara acompañado de un misterio y una incertidumbre difíciles de explicar. Y sería o no pensando en los aprensivos de la mala suerte, pero la prensa dio cuenta de cómo debían vestir las mujeres en caso de luto, señalando de forma resumida los tejidos, colores y adornos apropiados tanto para el luto riguroso como para el alivio de luto, así como el uso discreto de pieles y calzado mate.
Los bailes de Nochevieja y Año Nuevo se celebraron en algunos de los clubes más destacados de Albacete: en el Casino Primitivo, donde se repartieron las clásicas uvas; en el Ateneo, con un baile de sociedad; en La Grillera, a partir de las 22:30 horas; y en el Círculo de Bellas Artes, que organizó un asalto musical amenizado por el cuarteto del maestro Espinosa.
El amanecer del nuevo año llegó. Y continuaban en esta capital de provincias las celebraciones religiosas: un acto religioso en la residencia de Aniceto Ros el 1 de enero protagonizaba la portada de El Defensor de Albacete, con la bendición de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa por parte del presbítero Juan J. Jiménez y la entronación del Sagrado Corazón de Jesús y de la Santísima Virgen. Y tras los actos religiosos, el tradicional lunch para la gente bien que asistió al evento.
La Noche de Reyes
Aún quedaba la ilusión más grande: los Reyes Magos. En los periódicos se pedía a los padres que mantuvieran viva la magia. Las campañas benéficas se intensificaban, como la del Círculo de Bellas Artes y su colecta destinada a los niños más desfavorecidos. Entre los primeros donantes, apellidos tan ilustres como Matarredona, Legorburo, Serna o Quijada.
Se recaudaron 711,90 pesetas y se entregó un centenar de juguetes, además de 12 cajas de mazapán y trajes de futbolistas. Los obsequios se distribuyeron entre niños de instituciones de beneficencia, asilos, escuelas, hospitales y cárceles, y lo que sobró se repartió hasta donde alcanzó.
En este sentido, un artículo se refería a los obsequios y regalos para Año Nuevo y Reyes: "Son tantos los seres a quienes nos agradaría en estos días ofrecer alguna pequeñez que demostrara que los llevamos siempre en la imaginación", aunque "por desgracia el hacerlo supondría un enorme dispendio, a no ser que tuviéramos el ingenio bastante para fabricar nosotros mismos algunos objetos". Y daba una idea: una lámpara fabricada a partir de un bonito jarrón de porcelana o cerámica popular, e incluso de botellas inservibles. Quien no se conformaba era porque no quería.



Calle Mayor, plaza Mayor y escaparate de un comercio de los años 20.
Los mercados bajaban los precios de pescados y dulces para que nadie quedara sin un pequeño lujo el día de Reyes. Por ejemplo, las pescaderías de Manuel Navarro y Martín Bonal anunciaban la venta de mercancía a precios asequibles: salmonetes, a 3 y 4 pesetas el kilo; calamares, a 4 y 4,50 pesetas el kilo; merluza cerrada, a 3 pesetas el kilo, y merluza abierta, a 2,50 pesetas el kilo.
Y así se apagó la Navidad de 1925: con villancicos, con caridad, con tragedias puntuales, con el cine brillando en blanco y negro y en silencio, con peones esperando obras que traerían progreso, con niños soñando ante escaparates y adultos soñando ante cupones de lotería. Un año que comenzó con una buena noticia para la ciudad: se reunió en el Ayuntamiento de Albacete la Comisión Gestora del Ferrocarril Baeza-Utiel, dándose cuenta de la información favorable por parte del Estado Mayor Central del expediente sobre tramitación y trazado, que debía pasar ahora por el Consejo de Obras Públicas y el Consejo Superior Ferroviario. Por cierto, una de las obras más caras e inútiles de cuantas se han hecho en esta provincia y cuyos caminos de hierro fueron reconvertidos, afortunadamente, en una vía verde.
